Infante de la marina,
con ínfulas de almirante,
el porte noble y sereno
y el alma limpia y vibrante.
La columna te sostiene,
con firmeza vigilante,
mientras tu mente se eleva
a un destino desafiante.
En tus manos, el rosario
y el libro de fe constante,
te preparas para el viaje
que es tu vida, navegante.
Pero hoy eres tan solo
un niño, en traje radiante,
que juega a ser capitán
del mar inmenso y distante.
JJ.BECERRA