Por la calle ALBARRACÍN
van subiendo los recuerdos:
Un zagal creyó una vez
que era el Capitán Trueno.
Se encaramó en las murallas
trepando desde el Venero.
y desenvaina la espada
que le hiciera el carpintero.
Ya viene de defender
el gran castillo roquero,
del asalto de los moros,
combatiendo con denuedo.
Tiene una herida en la frente,
la sangre mana sin freno
pero venció al enemigo
y ha liberado a su pueblo.
En el grifo una doncella
lo lava y le estampa un beso
al valiente capitán,
al invencible guerrero.
Un viejo mira orgulloso
aquel castillo altanero;
por la calle ALBARRACÍN
van bajando sus recuerdos.
JUAN JOSÉ BECERRA LADERA
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